sábado, 28 de septiembre de 2013

29/08/12 - 11:50 pm

Se suponía que mi fecha de parto era el 13 de setiembre. Se suponía que las contracciones iban a ser espaciadas al comienzo. Se suponía que iría al concierto que había por mi casa. Se suponía que las clases de respiración de la psicoprofilaxis me iba a ayudar. Se suponía. Mi vida está llena de suposiciones al parecer, ya que no pasó NADA de lo que estaba planeado.

Mi 29 de agosto comenzó a las 5 am con mis primeras contracciones, aunque al principio no sabía que lo eran. El susto fue cuando al empezar a medir el tiempo entre contracciones, éstas estaban entre los 2 a 5 minutos, cosa que me alarmó ya que eso es casi al final del trabajo de parto. Voy a la posta con mi mamá y la ginecóloga me dice que todavia no estoy en trabajo de parto, que la cabeza del bebé estaba muy arriba.
Las contracciones seguían y eran tan fuertes que no podía estar quieta, ni sentada, ni echada, ni recostada, nada; con las justas pude terminar mi sopa. 

Mi mamá al ver que mis contracciones eran fuertes y seguidas, me llevó al hospital directamente y su amiga nos dijo que ya tenía 3 cm de dilatación y que en la madrugada ya estaría naciendo. Yo me quería dar cabezazos en la pared; con contracciones cada 2 minutos y esa sensación de que voy a estallar de dolor, ya me decía que sería un milagro si llegaba a la madrugada. A las diez de la noche, voy al hospital caminando con mi mamá para que me admitan por emergencia. A las 11 me admitieron con 4 cm de dilatación y subí a un cuarto con otras parturientas a esperar el gran momento. 

Si en mi casa gritaba y lloraba de dolor, al llegar al hospital cerré la boca y solo respiraba. Ni loca para llorar y gritar como posesa delante de toda la gente, ¡ni loca! así que solo me concentraba en mi respiración. Eso de las 11 y 20 de la noche siento las ganas de ir al baño. La obstetriz me reciba y me dice que no es eso, que ya estoy con dilatación completa. Osea, en menos de media hora hice 6 cm. Justo mi mamá había salido a comprar algo, y al verme sola en tamaña situación comencé a gritar. Sí, grité que quería una cesárea; mi hija ya estaba saliendo pero yo gritaba que quería una cesárea. Hasta ahora me pregunto como no dije lisura y media. Tal era mi temor que no me importó y gritaba. Recién ver a mi mamá y saber que no iba a estar sola me tranquilizó. No sé si seré la única pero el parto en sí, el hecho de pujar no me dolió. O de repente mi adrenalina estaba hasta las nubes que no sentí dolor. Más dolor sentí con las contracciones, o eso recuerdo. 

Briana salió en dos pujos. Era tan chiquita (46.5 cm y 2.600 gr) que parecía una muñeca. No lloró de inmediato, pero cuando lo hizo mi corazón volvió a latir. No la pude cargar hasta dos horas después, pero una vez q la tuve entre mis brazos me olvidé de todo. Ya no sentía dolor, ya no tenía sueño. Prácticamente me quedé despierta toda la noche observándola. 

En resumen; mi chamaca se adelantó dos semanas, las contracciones fueron tan dolorosas que hasta ahora lo recuerdo, no fui al concierto, las clases de psicoprofilaxis fueron por la puras porque no me sirvieron de nada y menos las técnicas de respiración, y hasta nuevo aviso estoy con Santo Tomás nunca más. Duele, duele un carajo pero valió la pena.

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